Lo visible y lo invisible. Lo nombrado y lo no dicho.
Seguimos trabajando AHIMSA y SAUCA, el primer Yama y el primer Niyama: no violencia y limpieza.
Cuando pienso en la idea que tengo de violencia acuden a mi un montón de imágenes de películas de acción. Y después de ver lo que he visto, pienso: “en mi vida no hay violencia”. Pero también hay violencia en lo que no se ve. Ahimsa también es no violencia de pensamiento. Ahimsa es no caer en el secreto desprecio, en el oculto prejuicio, en la culpabilidad escondida. Ahimsa es escucharme y respetarme, es no ir más allá de mis límites, es perdonar, es aceptar (al otro y a mi mismo) privadamente.
Lo mismo sucede con Sauca. Lo fácil es tener el cuerpo limpio. No notamos la coerción social para que así sea, porque vamos aseados. Mi cuerpo se ve desde fuera y lo limpio. Pero existen otras impurezas no visibles. Sauca es limpieza de tóxicos pensamientos secretos, de ocultas emociones venenosas, de miedo escondido, de pesimismo callado, de clandestina falta de autoestima.
La violencia y la impureza puedo ocultarlas . A veces he podido confundirme pensando: “si no se ve, si los demás no lo ven, no existe”. Y así en lugar de aceptar y sanar, me oculto a mi mismo la verdad y convierto la oportunidad en mi prisión. Porque en el fondo, la confesión más importante, quizás la única válida y con sentido, es la que me hago a mi mismo de forma honesta, valiente y también secreta.